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Tras el Juicio, el Candidato, ya Majeru, es Guiado por Horus ante Osiris, su aspiración y objetivo |
Ser un Majeru, o un hombre de palabra recta, era el requisito que conducía a convertirse en un osirificado, es decir un Osiris, en un ser divinizado. Ahora bien, para los antiguos egipcios Dios, el Dios único, es incognoscible, innombrable, más allá de las capacidades de comprensión del ser humano.
Es como si alguien quisiera contemplar al mismo tiempo las mil caras de un diamante perfecto; se podría en todo caso ver en cada momento una de las caras, pero no todas a la vez. No obstante la Divinidad se expresa frente al hombre por medio de miles de facetas distintas, y cada ser humano, de acuerdo a sus propias características, tiende a ver una de esas facetas en particular.
Así un guerrero verá en Dios al Dios Victorioso de los Ejércitos, a quien pedirá ayuda en la batalla. Aquél que sea magnánimo y compasivo, verá a Dios como el Padre Amante, el Hermano que siempre perdona. Es decir, cada hombre ve solo un aspecto de la divinidad, aquel que mejor entiende. De tal manera que cada uno le damos un nombre y le atribuimos una cualidad, incapaces como somos de ver el Todo.